domingo, 21 de junio de 2015

El gran sable, el corvo del General don José Francisco de San Martín. / The big saber, curved the great liberator.




Escolta de Granaderos a caballo, custodiando el sable.



El sable corvo fue adquirido por San Martín durante su estadía en la ciudad de Londres, Inglaterra; poco después de dejar España y antes de embarcarse a Sudamérica.
Tiempo después, San Martín constituiría su regimiento de granaderos a caballo y los dotaría con armas similares, ya que por las características de diseño de las mismas, las consideraba ideales para los ataques de carga de caballería.


Montado en un vehículo gaucho, la escolta pasa frente a la catedral donde descansan los restos del libertador.

Tras el retiro de San Martín en Europa, posterior a la entrevista de Guayaquil, el arma quedó en la ciudad de Mendoza en manos de una familia amiga. En una carta posterior escrita a su yerno Mariano Balcarce y a Merceditas les solicita que le envíen la espada a Europa, quedando en su posesión hasta su muerte del 17 de agosto de 1850.                                                                                       
Antes de morir San Martín legó su sable, a través de testamento, al gobernador Juan Manuel de Rosas, hombre al que el libertador admiraba. 

Que emoción y orgullo estar justo ahí.


Mariano Balcarce le escribió a Rosas lo siguiente para darle a conocer la noticia:


Como albacea suyo, y en cumplimiento a su última voluntad me toca el penoso deber de comunicar a V.E. esta dolorosa noticia, y la honra de poner en conocimiento de V.E. la siguiente cláusula de su testamento: "3ro El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la Independencia de la América del Sur le será entregado al General de la República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que tentaban de humillarla"



Una vez enterado de la muerte del mariscal paraguayoFrancisco Solano López el 1 de marzo de 1870, a quien don Juan Manuel pensaba donar el sable, Rosas decidió legar el sable a su amigo Juan Nepomuceno Terrero, y tras su muerte a su esposa y luego a sus hijos e hija por orden de edad.                                                                                                                                                                  El sable pasa así a posesión de Máximo Terrero y Manuelita Rosas tras la muerte de Rosas, ya que Juan Terrero ya había muerto anteriormente.


Una imagen que vale mas, que mil palabras.


En 1896, Adolfo Carranza, director del Museo Histórico Nacional, solicita a ambos la donación del sable de San Martín, a lo cual acceden. El mismo fue enviado entonces de Londres a Buenos Aires, a donde llega el 4 de marzo de 1897 y es depositado en el Museo Histórico Nacional.

Ensuciando con política un tesoro patrio.

En el año 1963, un grupo de militantes de la Juventud Peronista (JP) decidió robar el sable corvo del general José de San Martín, para dar un golpe de efecto al régimen militar de entonces.
Su objetivo era demostrar que el peronismo seguía presente, fuerte y operativo en las calles de nuestro país,

La idea “brillante” idea nació en la mente de dos jóvenes militantes: el ingeniero Alcides Bonaldi y el publicista Osvaldo Agosto, pertenecientes el grupo que conducía la Juventud Peronista “constituidos por: Envar El Kadri, Jorge Rulli y Héctor Spina” resolvió robar el sable, responsabilidad que iba a estar en manos de Osvaldo Agosto, un ex policía “Manuel Félix Gallardo”, Alcides Bonaldi Luis Sansoulet y un tal Emilio.

La fecha elegida, que no fue al azar, fue el dia12 de agosto, aniversario de la Reconquista (1806), sin  importar que esa tarde la asamblea Legislativa acabara de formalizar al doctor Arturo Illia como nuevo presidente de la Nación.

Aprovechando que el museo cerraba a las 19.30 y sólo quedaban en su interior muy poco personal, los delincuentes se hicieron pasar por estudiantes secundarios de Tucumán, para así poder ingresar al museo fuera de horario habitual y posteriormente reducir al personal del mismo (2 personas) a punta de pistola, con gran facilidad.




El 29 de agosto, Para poner fin a secuestros e salvajes interrogatorios generados por el robo del sable, Aníbal Demarco, que tenía la misión de llevarle el Sable a Perón, acordó con otro miembro de la resistencia peronista, el ex capitán del Ejército Adolfo Philippeaux (quien se salvara de ser fusilado tras la sublevación de los militares peronistas en 1956), la devolución de la reliquia al Ejército.

El sable fue robado nuevamente el 19 de agosto de 1965 por otro grupo de la Juventud Peronista y entregado un año después a los servicios del Ejército luego de diversos avatares. 



Desde entonces está bajo custodia en el Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín, y fue colocado dentro de un templete blindado, construido para tal efecto, por donación del Banco Ciudad de Buenos Aires.




Por decisión de la presidenta Cristina Fernández, el sable corvo fue trasladado por la escolta militar del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martin, desde su sede al Museo Histórico Nacional.    

     



Durante el trayecto fue bendecido por el arzobispo Mario Poli en la Catedral Metropolitana, delante del Mausoleo que guarda los restos del general San Martín, desde ese lugar lo trasladaron con la compañía de la ciudadanía y la escolta militar Argentina, hacia el Museo Histórico Nacional, donde en una sala especial reposa junto a las espadas de otros próceres, entre ellos la de Juan Manuel de Rosas, Manuel Belgrano y Manuel Borrego.




Nueva residencia, así se ve ahora el sable corvo en su vitrina en el Museo Histórico Nacional






 "En cuanto a los soldados, los elegía vigorosos, excluyendo todo hombre de baja talla. Los sujetaba con energía paternal a una disciplina minuciosa, que los convertía en máquinas de obediencia. Los armaba con el sable largo de los coraceros franceses de Napoleón, cuyo filo había probado en sí, y que él mismo les enseñaba a manejar, haciéndoles entender que con esa arma en la mano partirían como una sandía la cabeza del primer "godo" que se les pusiera por delante, lección que practicaron al pie de la letra en el primer combate en que la ensayaron. Por último, daba a cada soldado un nombre de guerra, por el cual únicamente debía responder y así les daba el ser, les inoculaba el espíritu y los bautizaba''.

(De la Historia de San Martín, de Bartolomé Mitre)






Monumento a Don José de SAN  MARTIN en Berlin Alemania.





José Francisco de San Martín y Matorras (nacio en Yapeyú, 25 de febrero de 1778- y fallecio en Boulogne-sur-Mer, Francia el 17 de agosto de 1850) fue un brillante militar cuyas campañas fueron decisivas para las independencias de la Argentina, Chile y Perú.

En abril de 1784, cuando tenía seis años, llegó con su familia a Cádiz (España) ―previa estadía en Buenos Aires―, y se radicó luego en la ciudad de Málaga. Comenzó sus estudios en el Real Seminario de Nobles de Madrid y en la Escuela de Temporalidades de Málaga en 1786. Ingresó posteriormente al ejército español hizo su carrera militar en el Regimiento de Murcia. Combatió en el norte de África, luego contra la dominación napoleónica de España, y participó en las batallas de Bailén y La Albuera. 

Monumentos A Don José de San Martín en washington y New York.EE.UU.



Con 34 años, en 1812, habiendo alcanzado el grado de teniente coronel, y tras una escala en Londres, retornó a Buenos Aires, donde se puso al servicio de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Se le encomendó la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo (que hoy lleva su nombre), el cual logró el triunfo en el combate de San Lorenzo. Más tarde se le encargó la jefatura del Ejército del Norte, en reemplazo del general Manuel Belgrano. Allí concibió su plan continental, comprendiendo que el triunfo patriota en la guerra de la independencia hispanoamericana solo se lograría con la eliminación de todos los núcleos realistas que eran los centros de poder leales a mantener el sistema colonial en América. 



Homenaje en Estados Unidos en Washintong años 50.

Nombrado gobernador de Cuyo, con sede en la ciudad de Mendoza, puso en marcha su proyecto: tras organizar al Ejército de los Andes, cruzó la cordillera del mismo nombre y lideró la liberación de Chile, en las batallas de Chacabuco y Maipú. Luego, utilizando una flota organizada y financiada por Chile, y luego de recibir instrucciones del Senado de Chile, atacó al centro del poder español en Sudamérica, la ciudad de Lima, y declaró la independencia del Perú en 1821. Finalizó su carrera de las armas luego de producida la Entrevista de Guayaquil con Simón Bolívar, en 1822, donde le cedió su ejército y la meta de finalizar la liberación del Perú. 
Partió hacia Europa, donde murió el 17 de agosto de 1850.


En Argentina se lo reconoce como el «padre de la Patria» y el «Libertador», y se lo valora como el principal héroe y prócer del panteón nacional. En Perú también se lo recuerda como el «Fundador de la Libertad del Perú», el «Fundador de la República», el «Generalísimo de las Armas» y el «Libertador» del país. El Ejército de Chile le reconoce el grado de capitán general.


Algunos monumentos del Libertador en el mundo.
Izquierda monumento en HIDE PARCK, Londres, y a la derecha el de Bulogne Sur Mer, en Francia.



Bruselas Belgica.




En Cadiz, España y Otawa, Canadá.

Monumento al Libertador en Perú.

En la Casa Blanca oficina Oval, EE.UU.

Mausoleo en n la catedral metropolitana, Capital federal Republica Argentina.

En Chile frente al palacio de la moneda


RGC: Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín

Dirección: Avenida Luis María Campos 554
Código Postal  C1426BOQ, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Teléfono:
4576-5663/69
Fax: 4576-5671


Correo electrónico: regimientodegranaderos@gmail.com






MHN: Museo Histórico Nacional


Dirección: Defensa 1600, Código Postal 1143, Ciudad de Buenos Aires
Teléfono: +54 (011) 4307-4457 / 3157
Correo electrónico: informes@mhn.gov.ar
Horarios:
Miércoles a domingo y feriados, de 11 a 18.

Horarios de verano:
Miércoles a domingo, de 11 a 18.





Robado en dos oportunidades y usado políticamente varias veces en casi 200 años, esperemos que de una vez y por todas, pueda tener el justo reposo, que este símbolo patrio realmente se merece.

Agradezco Al señor Juan V, el acceso a varias fotos de esta publicacion


LCF 2015

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